EL PERFIL DE LOS COMPRADORES DE CUEVAS


He  decidido realizar este escrito, relativo al perfil o personalidad de los que buscan cuevas, por si te sientes identificado con alguno de ellos.

       Los  hay que quieren la cueva  para vivir, con lo que conlleva un cambio de vida muy radical o muy  especial. Aquí encontramos matrimonios jóvenes cuarentones, que venden su vivienda  a buen precio y con un gasto menor de 100.000 €, se  rehabilitan la nueva vivienda - cueva, con lo que les sobra  liquidez para pasarse un tiempo relajados mientras piensan, tranquilamente, a que se van a dedicar, laboralmente, en lo sucesivo. Si tienen hijos buscan un pueblo que tenga colegio e Instituto, que no haya polución, que haya mucha agua, ríos, pantanos, campiñas agrícolas y mucha naturaleza. Me preguntan por las distancias a los parques naturales mas cercanos, por los ríos, por el sistema de regadío, etc.
       Buscan cuevas con agua, luz eléctrica, teléfono y ADSL para los ordenadores. También buscan que haya un buen Centro de Salud y Residencia de la Social a menos de 15 minutos. Algunos hasta me preguntan si hay cuartel de La Guardia Civil. Es porque nos sentimos mas en paz y seguros, me responden al preguntarles por ese interés.
Aquí  me encuentro con parejas que provienen de Cataluña y de Madrid y algunos alemanes e ingleses que me hablan del estrés que les provoca solamente el ir a trabajar, pues gastan mucho tiempo, salud, energías y nervios; por lo tanto buscan un cambio a mejor en su vida.

       Los Extranjeros buscan la calidad de vida, sin separarse totalmente de sus raíces, pues ya vienen sabiendo donde  están los grupos de compatriotas mas cercanos y  el aeropuerto mas cerca de la cueva donde van a vivir. Les importa el agua y el Sol, la naturaleza semidesértica con valles o vegas fértiles, las buenas comidas caseras, la buena cerveza y tener compatriotas con los que comunicarse. No tanto la luz eléctrica, pues si no la hay ponen Placas solares u otros aparatos para conseguir la energía de sus electrodomésticos. Ponen sus antenas parabólicas, y por lo general les gusta vivir aislados del pueblo pero a menos de 7 kilómetros. Son  muy meticulosos y calculadores  e invierten mucho en la adecuación o rehabilitación de su cueva tanto del interior como del exterior (siempre andan buscando piedras, maderas secas, árboles, arbustos y semillas con que realizar y mantenerse su propio jardín. Les encantan que cuando les sirven su cerveza les den gratis su correspondiente tapa, así que algunos con cinco cervezas ya se encuentran satisfechos, "cancelan una comida"; también les gusta comer a la carta, pues  tienen buen nivel adquisitivo. Son personas muy educadas, que te muestran una sonrisa al cruzarte con ellos,  y no se meten en líos con nadie.
 
       O de aquellos que se les nota una vena aventurera y compran la cueva para pasar las vacaciones, llevándose a la familia y amistades tanto en ese periodo de tiempo, así como durante todo el año ( puentes y algunos fines de semana arrancando desde el viernes tarde).
       Por lo general se les vé como muy alegres, son muy familiares ( tienen mas de tres hijos, que le acompañan los abuelos y tíos), y se acercan en bandada como los pájaros a los bares y restaurantes, con lo que el hostelero se pone muy contento; en fin son gente encantadora y se les ve en positivo.

       Existe otro prototipo, que es el que busca la cueva con ideas de emplearlas para el Turismo Rural.
Son personas que se arriesgan a un  cambio de vida con  un empleo autónomo,  mas acorde con su manera se Ser. Compran la/s cueva/s ideales para poder promocionar el turismo Rural, viviendo de este dignísimo trabajo donde nunca les va a faltar clientes con los que, además de serviles por vocación, se van ha encontrar con gente de diversas personalidades que les van a enriquecer en su trato y comunicación.
       Estas personas buscan cambio de vida pero manejando un trabajo alegre, que les dé seguridad económica para sobrevivir, aunque solo sea con lo justo, con lo necesario, y además  encuentran tiempo para disfrutar de medio ambiente que les rodea.

       Otro perfil es el de la persona  que nació y vivió en una cueva en  la posguerra Española y que  entre los años 50 al 60 se vieron obligados a emigrar a Cataluña, Comunidad Valenciana, Madrid, Comunidad Vasca, resto de Europa y América, y que ahora se plantean volver, una vez ya  casados los hijos o emancipados. Al final gana casi siempre la mujer, que no cede a la idea de separarse de sus hijos y nietos, dejando al marido sólo con los recuerdos. Otras veces las mujeres ceden algo  y al igual que mis padres acuerdan ambos acudir a la cueva cuando llegan las golondrinas, por el mes de Abril, y se marchan con la familia por el mes de Septiembre justo cuando también se va las golondrinas. En esta larga estancia de casi medio año son visitados por los hijos y nietos por vacaciones y puentes.
       Algunas de estas personas ya jubiladas o prejubiladas, y a pesar de las penurias económicas que pasaron, no dejan de acordarse de sus raíces y sienten nostalgia, de aquel entonces: de los valores morales, del civismo y educación que se respiraba, de la seguridad ciudadana, del compañerismo de la comunicación con el vecindario, del disfrute de los amigos, del compartir tanto los buenos momentos como los no tan buenos, de las fiestas del pueblo y de sus ferias de animales, de todos los aconteceres…, de la luz del Sol, de los cambios de estaciones, que por si alguien  no los recuerda son LA PRIMAVERA, EL VERANO, EL OTOÑO Y EL INVIERNO.
       Me explican el especial recuerdo de haber disfrutado percibiendo conscientemente esos cambios de estación y de cómo le sacaban partido a todo, hasta de lo que no había o no era. Y sin embargo siempre había flores silvestres en primavera para obsequiar con un te quiero a una mujer, nunca faltaban flores por primavera para su virgen de la Cabeza: porque existían  almas que sembraban  rosales a la orilla del río, de una acequia, o en el campo para que les alegrara de las arduas faenas agrícolas. Recuerdan las cerezas de corazón de cabrito, hermosas a los ojos y de paladar exquisito, y luego las distintas frutas que maduraban escalonadamente, albaricoques, peras de San Juan, moras de morera, tanto la blanca como la roja, peros agridulces, ciruelas, peras de muslo monja (por lo blanquitas que eran), melocotones, manzanas, moras de zarzamora, selvas, kakis, acerolas, peras de invierno, membrillos, hasta llegar casi a último de otoño, donde las gélidas noches paralizaban la sabia y hasta la sangre (si dormías a raso).

       Por último, los especuladores que invierten en una cueva, sabiendo que es algo único: una obra de arte realizada en una montaña, a pico y pala,  por el esfuerzo y arte de varias generaciones de campesinos o de los almohades. Saben perfectamente que su inversión en pocos años se le doblará o triplicará, y además esa joya ningún ladrón se la podrá quitar haciendo un butrón…

A todos ellos mi mas sincero deseo de paz y amor.
J Burgos.
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