BENAMAUREL UN PASADO Y PRESENTE TROGLODITA
Tras la primera habitación, se procedía a realizar la zona de cocina, que era la habitación principal.
LA COCINA DE LA CUEVA
La cocina típica tradicional era por excelencia el alma de la vivienda troglodita, y por ende la más difícil de conseguir. Es la habitación más proporcionada, normalmente más grande que las demás habitaciones, de 3,5 a 6 metros de larga guardando siempre la luz de igual dimensión de unos 2,2 a 3,6 metros de media. Disponía dicho recinto de una ventana al exterior, una chimenea con salida de humos al cerro, que ya sola o de por sí es una obra de arte, y una alacena con puerta de celosía donde se guardaban los víveres y utensilios culinarios, un poyo de hornilla para calentar la comida con leña o carbón, y alguna que otra hornacina para colocar la tinaja o los cántaros para el agua u otros enseres culinarios, y el tan querido fuego a tierra usado para quemar leña, calentarse y hacer comidas.
Ninguna cocina o cueva es igual a otra, así como ninguna personalidad es igual a otra, este es el encanto que proporciona una vivienda troglodita, verdadera obra de arte, frente a las asépticas viviendas o pisos tan homologados y modernos, que mas se asemejan a colmenas.
LOS ANIMALES DOMÉSTICOS TAMBIÉN HABITABAN EN CUEVAS
La habitación de las "bestias" o cuadras se hacía al lado opuesto de la cocina accediendo también desde el portal. Disponía de un par de pesebres, un ventanuco muy alto junto al techo, bajo este, una puerta de acceso a un corral, donde podían entrar y salir a tomar el sol las bestias y donde estaban los demás animales, conejos, gallos, gallinas, pavos, palomas, cabras, ovejas, cerdos, etc.
EL CORRAL. Era una construcción rectangular a cielo abierto que conectaba con la placeta por una puerta grande y a la habitación de los equinos por otra puerta algo mas pequeña ya descrita; También se comunicaba directamente con dos pequeñas habitaciones de 2 a 3 metros alto, 2 metros de ancho y todo el largo o profundo que podían conseguir, donde se amparaban de las inclemencias del tiempo y se protegían a los animales domésticos mas comunes: gallinas ,pavos, palomas, conejos y otros pequeños animales domésticos, para asi librarlas del ataque de zorras, gatos monteses, águilas, garduñas, gatos, etc.
En el interior de la habitación se ponían palos de unos 10 cm. de diámetro de lado a lado y lo mas altos posibles para que las aves durmieran sin peligro de ser devoradas, aunque era prácticamente imposible protegerlos de algún ataque que otro de las garduñas. También era muy frecuente colocar grandes piedras de jabaluna apoyadas en el suelo y pared, donde podían anidar los pequeños animales domésticos, conejos, aves, etc, sin ser pisados o agredidos por los animales más corpulentos.
El corral disponía de una puerta exterior ancha y alta para que pudieran acceder los animales cargados con ramas, leña, paja,etc. Aquí permanecía el estiércol que proporcionaban las deyecciones y orines de todos los animales, incluidas del hombre, así como de los desperdicios de paja o sobrantes de cocina, que salvo la que se comían el gato o el perro eran echados junto al montón de materia orgánica. De pequeño me sorprendía como un montón de gallinas sin apenas echarle grano sobrevivían, ahora comprendo que ese montón de estiércol era caldo de cultivo de gran cantidad de larvas de dípteros, lepidópteros, escarabajos, etc. Y con razón siempre las gallinas estaban escarbando, de siempre se ha dicho: "escarbas mas que una gallina". Los orines, lluvias, y el tiempo de fermentación y la mano del campesino que le daba alguna vuelta al montón antes de retirarlo, colaboraban con la obtención de un buen estiércol, muy apreciado para los cultivos intensivos de tipo minifundio que existían en la vega de Benamaurel regada por sus famosas acequias históricas: Rasmal, Jaufí, Tohahita, El Nogueral, De los Frailes, que recogían el agua del río Guardal.
Los muros del corral se construían con los mismos trozos de lacha que se sacaban cuando se picaban las habitaciones interiores de la cueva. Estos muros de lacha y barro tenían la virtud de endurecerse conforme se iban aireando, así es que todo servía: la piedra tipo lacha, la tierra para agrandar placeta, la tierra para barro, la tierra para ser compactada, la tierra para el campo por su cantidad de nitratos, tierra para hacer lindes y caminos, la tierra para los enterramientos etc.
EL PALOMAR DE LA CUEVA. El palomar era la habitación reservorio de proteinas por excelencia, pues prácticamente sin ningún coste las palomas salían y entraban por el único orificio alto de la habitación. Volaban al campo en busca de comida, granos insectos, etc. En invierno se sacrificaban más cantidad para provecho de sus exquisitas carnes, y porque en ese tiempo es cuado había que gastar mucho grano para mantenerlas, así es que se guardaban cuatro o cinco parejas por familia y les iban retirando algún que otro huevo de los que ponían mensualmente.
LA COCHIQUERA. Anexo al corral. Si la cueva era de campesinos, siempre había una cochiquera o marranera donde criar los cerdos desde Mayo a Enero. Aún se viene haciendo y la comida preferida es alfalfa, maiz, trigo, habas, mezcla de salvado con alfalfa y agua(El amasado )y remolachas. Ni que decir tiene que son ecológicos, y hay quien como este buen señor, de las Cuevas de la Blanca, los saca a pasear para que hagan mejores jamones y tengan mejor salud.
LOS DORMITORIOS
Los dormitorios se hacían a continuación del portal y desde el fondo de la cocina hacia dentro: dejaban muros de 0,75 a 1,20 metros picando hacia dentro las habitaciones. Lo normal es que solo empezaran con un dormitorio y conforme nacían los hijos iban picando para hacer más. En uno cobijaban a los tres o cuatro primeros niños, y a partir de cumplir los 6 a 7 años picaban otro para trasladar a los niños que ya tenían uso de razón. El crecimiento de la familia era determinante para seguir picando en la misma cueva o bien cambiarse a otra mas grande cuando el terreno no daba mas de sí para poderse agrandar.
Se ubicaban, por lo general, en la parte más profundas de la cueva, para no pasar frío ni calor mientras dormían. Actualmente se reserva algún dormitorio con ventana a la calle.
Las habitaciones de más luz, como el portal y cocina, se utilizaban para trabajar realizando los aperos de campo en los días que no se podía salir al campo por las inclemencias del tiempo. Lo que más manufacturaban eran aguaderas, serones, capazos para el grano, pleita, sogas, guitas, así como cestería de esparto y mimbre.Las mujeres bordaban, cosían y zurcian en estas habitaciones.
LA PLACETA DE LA CUEVA.
Las placetas de las cuevas servían para atar a las bestias y aparejarlas, para dejar secar al sol los granos y alfalfa antes de almacenarlos en la cueva, para secar los tomates, para asar los pimientos, hacer la matanza del cerdo, se tocaba la guitarra, y por supuesto, donde se tomaba el sol en invierno o el fresquito en las noches de verano. En esta época era y aún es muy frecuente ver familias cenando en la placeta teniendo por techo las estrellas.También era el lugar ideal para juntarse los niños y jugar. En definitiva era el lugar de esparcimiento.
LA CHIMENEA.
La chimenea es la para mí el símbolo o estandarte de la cueva, el gran poro por donde respira la cueva, por donde se dejan ver los humos con colores, donde se huele la comida de la casa y se adivina lo que está cocinando la vecina, donde se oyen como susurros las voces de la gente tras moldearse al paso por el interior antes de chocar con el mundo exterior. Es en definitiva, el alma de la cueva que apunta al cielo.
Juan Burgos